Venezuela : Hugo Chávez, y la mala jugada
del Destino contra el despota !
Desde julio de 2011, cuando se conoció su enfermedad, el Presidente
venezolano ha sido reo de su propio caudillismo
Miriam Leiva, La Habana | 01/03/2012 10:41 am
El impetuoso Hugo Chávez, en la cúspide de su mecenazgo-patronazgo, topó
con un obstáculo imponderable, la terrible mala pasada jugada por la
fragilidad de cualquier ser humano: una grave enfermedad y la posible
muerte.
Desde julio de 2011 el Presidente venezolano fue reo de su propio
caudillismo. La reticencia a revelar su dolencia y el secretismo sobre
el tipo y la magnitud del cáncer, denotaron gran miedo a enfrentar lo
inevitable y un asesoramiento muy desacertado. Pudo deberse al afán por
que no se resquebrajara el entramado que venía montando desde hacía 11
años, evitar las posibles conspiraciones palaciegas para sucederlo que
de todas formas surgieron, y el descenso de su popularidad debido a los
desabastecimientos de productos esenciales, la inflación, la corrupción
y la rampante criminalidad, frente al auge de la oposición política
preparándose para las elecciones presidenciales de octubre de 2012. En
el plano exterior, avanzaba su dadivoso proyecto fraguado en ALBA para
apoyar a los homólogos y deslumbrar a los pueblos empobrecidos, junto a
la satisfacción de alcanzar titulares mundiales, aunque fuera por sus
disparates e insultos.
Al misterioso cáncer operado en Cuba aquel verano, siguieron las fuertes
sesiones de quimioterapia, hasta que el Presidente anunció con gran
histrionismo que estaba totalmente curado. Con su choteo desparpajado
para restar importancia a la enfermedad y mover la compasión de las
masas, se mofó de los comentarios provocados por su oscuridad y acusó a
la oposición de conspiradores mentirosos. Para infundir patetismo a sus
relatos contó como Fidel Castro había estado al borde de su lecho y
guiando su tratamiento, hasta que ya estaba tan bien que solo requería
una buena dieta, que el Comandante en Jefe le estaba dirigiendo. Muy
probablemente también le había recomendado que no aceptara los
ofrecimientos de atenderse en el hospital de Brasil, donde Dilma
Rousseff, Fernando Lugo y posteriormente Lula da Silva superaron el
cáncer. Ahora quizás esté pensando que hay ayudas que matan, y
recordando que su consejero estuvo al borde de la muerte por dictaminar
como debían proceder los médicos en julio de 2006.
Ya fuera por terror a perder el poder o a un atentado, lamentablemente
no hay vuelta atrás. Se demora la información sobre los detalles de la
nueva operación y las expectativas de vida, lo que vuelve a nutrir las
especulaciones y análisis médicos, políticos, económicos y hasta de los
babalaos. Sí es incontestable que su destino pesa sobre el futuro de
Venezuela y Cuba, donde por el apego al poder absoluto, un pequeño
grupo, ineficiente administrador y productor, concibió la eternidad de
la Unión Soviética y sus aliados del este de Europa, que al
“desmerengarse” encaminó a los cubanos hacia la indigencia, y el Dorado
de Chávez. Fidel Castro tuvo la visión de apadrinar al ambicioso joven
teniente coronel, que luego de un frustrado golpe de Estado al
presidente electo Carlos Andrés Pérez, tomó la senda de los nuevos
tiempos a través de las elecciones. Llegaba justo a tiempo para socorrer
con los petrodólares el embrollo del “Período Especial en Tiempos de
Paz”, que aún prevalece.
He ahí que Hugo Chávez ha torcido el curso de la historia de Cuba en dos
ocasiones. A comienzos de la década de 1990, la crisis económica fue tan
intensa que Fidel Castro transigió a permitir una pequeña apertura con
los mercados libres campesinos, trabajadores por cuenta propia en
limitadas profesiones, cierta descentralización empresarial y del
comercio exterior, el turismo, las inversiones extranjeras y las
empresas mixtas. Comenzó un auge económico apreciable en comparación con
la inmensa escasez, el fin de los apagones de más de 10 horas y, sobre
todo, el distanciamiento de las personas respecto al Estado, único
empleador. Pero con la subvención del Presidente venezolano, regresó la
centralización y la eliminación por diversas vías de la iniciativa privada.
La segunda ocasión está en curso, acuñada en la Primera Conferencia del
Partido Comunista, efectuada entre el 28 y el 29 de enero de este año.
Raúl Castro había asumido la presidencia provisional el 31 de julio de
2006, heredando la crisis económica, política y social más profunda de
la historia cubana. Pasado el susto de recibir súbitamente un poder
compartido como determinó el moribundo Fidel Castro, fue logrando
espacio y colocando en los puestos claves a los militares que lo
arroparon durante sus más de cuarenta años como Ministro de las Fuerzas
Armadas. Chávez daba visibilidad al Comandante con conversaciones
telefónicas, visitas y fotos. El General no demostraba simpatías hacia
el intruso. Memorable resultó el discurso del 26 de julio de 2007,
cuando reconoció la necesidad de cambios estructurales y de conceptos,
que fue posponiendo.
En sus propósitos de “eliminar prohibiciones absurdas”, en 2008 autorizó
la venta de computadoras (sin acceso a Internet) y líneas para teléfonos
celulares, el hospedaje de los cubanos en los hoteles para extranjeros,
así como en 2010 el inicio de la entrega de tierras ociosas en usufructo
para procurar la frugal comida del pueblo con esfuerzos propios en
detrimento de la extraordinaria importación de los alimentos, y la
autorización de más actividades por cuenta propia. Sin embargo, las
limitaciones, los impuestos y la carencia de insumos han frenado su
desarrollo, mientras se posponen las modificaciones a pesar de que altas
autoridades han reconocido su necesidad. Otro importante descalabro ha
sido la imposibilidad de reducir en 1,3 millón los trabajadores de las
entidades estatales (un cuarto de la fuerza laboral) en tres años,
pasándolo a cinco, ya que es imposible su reubicación en los esfuerzos
propios.
Habría que preguntarse por qué el frenazo de Raúl Castro que, luego de
ser investido en la presidencia el 24 de febrero de 2008, parecía
consolidarse. Al anunciar la Conferencia del PCC denotó el entusiasmo de
un dirigente que cimentaría la base de su impronta. La decepción entre
los cubanos llegó con la publicación del proyecto de documento para el
evento, y la escasa propaganda al acercarse auguraba lo peor. Allí se
repitieron los dogmas. “Sin prisa, pero sin pausa” es el nuevo lema del
Presidente. Por entonces Fidel castro reapareció en largas reuniones con
tertulias seleccionadas, coincidiendo con la recuperación de Hugo Chávez.
En el plano exterior, Raúl Castro comenzó su mandato expresando
disposiciones al diálogo con Estados Unidos, pero paulatinamente
resurgió la confrontación, signada desde diciembre de 2009 por el
encarcelamiento de Alan Gross en La Habana. También el General realizó
viajes a China, Rusia, Argelia y Angola, entro otros países, en un
evidente esfuerzo por diversificar las relaciones económico-comerciales,
lo cual ha resultado muy difícil por la carencia de productos
exportables y garantías de pago. Paralelamente se incorporó a los
mecanismos de integración hasta la creación de la Comunidad de Estados
de América Latina y el Caribe, cuyos integrantes previamente lograron
eliminar la suspensión del Gobierno cubano por la Organización de
Estados Americanos (OEA), con la evidente anuencia de Estados Unidos.
Sin embargo, probablemente el renovado empuje Fidel-Hugo explique las
intenciones de minar la VI Cumbre de las Américas, a efectuarse en
Colombia en abril próximo.
La recurrencia de la grave enfermedad de Chávez, junto a la
incertidumbre sobre el resultado de su reelección y las posibilidades
económicas de Venezuela, aconseja el urgente replanteo de la política
exterior de Cuba más allá del reciente viaje del vicepresidente Marino
Murillo como enviado personal de Raúl Castro a China. En el plano
interno ya no sirven las promesas para motivar al pueblo, pues se han
desvanecido las esperanzas de cambios sustanciales, al menos económicos
inicialmente. Las medidas proyectadas tienen que acelerarse para
comenzar a andar con pies propios y afrontar el recrudecimiento de la
crisis imperante desde hace años, con la participación de todos los cubanos.
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